martes, 1 de septiembre de 2009

Jhomar Loaiza Venezuela

Jhomar Loaiza (Venezuela)
Nace en Coro, Estado Falcón (1977). Es un versátil artista plástico que se encuentra en una constante investigación y conceptualización de su obra. Su trabajo es una esplendida fusión entre el cubismo y el expresionismo, su paleta vívida en pigmentos parece resplandecer aún más ante la representación de figuras femeninas. Estrecha relación con la poesía a partir del taller dictado por Juan Calzadilla en el pueblo de La Vela y forma parte del grupo Tinta Púrpura, el cual surgió a raíz de este taller. Ha publicado y leído sus poemas en múltiples revistas y recitales.



Un mal rato
(o Jodas de un adiós)


Destruyes sueños,
disparas sobre ellos.
El tiempo te dirá la razón.
Complicada es tu vida,
tú quieres que sea así.
Desnúdate,
inhala superficies del pasado
que no olvidas.
Lárgate con tus amigos,
el mar te espera.
Distrae tu tragedia
como la arena borra tus
pisadas,
pero el tiempo dice lo contrario.
Inmólate si quieres,
pero no me jodas.
Lenguas colgantes
dislocan la tranquilidad.
Cólera y odio te someten.
Maldita maroma
del payaso, incita a morder
la mano de quien te ama.
El futuro no existe sin papeles,
mi mente extraviada.
No pienso sin tomar un trago.
El frío somete a la muerte.
Pretendo estar solo,
envenenado.
Tienes el antídoto,
pues tú eres el veneno.
Cuida de tus vestidos marrones.
Debajo de mi cama están tus zapatos.
Mi negra que siempre
fue blanca,
quiero olvidar dentro
de la habitación
donde logramos fusiones,
donde llorabas al maestro,
ahora pendiente de otra realidad.
Cruzando el istmo corta la nada,
piensa en las cenizas
donde están tus piernas.
Manchas blancas recorren
el lienzo donde tu nombre
se escribe despacio.



Noche de lluvia

Muchas noches soñando,
muchas deseando.
Ha llegado el momento
de despertar,
de darme cuenta que no
era un sueño
sino una terrible pesadilla,
pesadilla de la que amaba.
Era como el dolor
que uno no quiere dejar,
era la espina del alma,
la herida viva, sangrante.
Creo haber despertado
o quizás sigo dormido.
Estoy resistiendo
en dolor mayor.
¡Qué difícil la soledad!
Andar solo en calles desiertas…
Era un sueño, un deseo
estar con ella,
sin darme cuenta
que su alma es negra.
Es negra porque aún vive.
No era la hechicera de los cuentos;
era la bruja de manto blanco,
de ojos verdes como la hierba,
de corazón seco, como de
piedra.
Será difícil volver a soñar
en la arena.
Ya la extraño.
No quiero volver a verla,
sólo dejar los mejores recuerdos.
¡Qué triste es la lluvia!
¡Qué triste la noche!
¡Qué triste los sueños!


Eres tú la diosa

La lluvia recorre mis narices.
Espero una luz debajo de la puerta
indicando que estás allí;
yo sé que aún estás.
El teléfono descansa.
Un insecto en mi almohada,
el frío de la calle,
la hierba creciendo en la ventana.
Escapo de ti,
vives en mi mente,
te alimento con memoria.
Ya no sopla el mar.
Manos de acrílicos,
políticos dementes,
contaminada sociedad.
Observo la luz en tus ojos,
la arena descansa.
Pinté tus senos de rojo.
Deja las piernas abiertas;
no soporto el silencio.
Eres tú la diosa de la danta,
la de lengua extranjera,
la que desafiará mi vida.

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